Canonizaciones y beatificaciones - Helmut Perathoner
Entonces, como escogidos de Dios, santos y amados, revestíos de tierna compasión, bondad, humildad, mansedumbre y paciencia (Colosenses 3,12) Así habla el apóstol Pablo sobre los miembros de la comunidad de Colosas. Pablo habla a los habitantes de esta ciudad del Asia Menor sobre el nuevo camino hecho por Jesús y de cómo seguirlo. Con santificado sea, se refiere el apóstol, aquí y en otros pasajes del Nuevo testamento a los miembros de la comunidad de entonces y de la Iglesia ahora. Pero ¿Cómo se pueden calificar a las personas como de algo sagrado? Cuando observamos a las personas que hoy día van a la iglesia, a menudo es obvio que no corresponden a la idea que nosotros tenemos de santos. En muchos apartados de las cartas de Pablo es evidente que la comunidad de aquella época tampoco fue perfecta. Por eso se aprecia, que lo más importante es que el “ser santo” no describe en primera línea la constitución moral del hombre. Santidad, en el sentido único de la palabra, sólo puede referirse a Dios. Si alguien puede ser llamado santo, únicamente puede significar que le viene de la interacción de Dios y Cristo. Sagrada también es la gente de la iglesia que vive en comunión con Jesucristo, en la fe y en el bautismo. Como consecuencia de esta íntima relación con Cristo, siguen una vida que les permita reflejar la santidad de éste en el mundo y que lo haga visible. Así es la vida de la moral santa y el resultado de lo que Jesús les ha otorgado a través de esa unión.
De esta idea de la convivencia con él tomó Pablo el concepto general. (1 Cor 12,12-31a) esto muestra que los miembros de la iglesia no solo relacionan su vida con la de Cristo y que por ello pueden ser llamados santos, sino que también esta comunión se produce entre ellos. Esta comunidad se realiza en sí y para sí.
"En relación con los primeros mártires cristianos creció la convicción de que la muerte en un contexto de la vida espiritual de los miembros del Cuerpo de Cristo no se produce." La muerte no supone ninguna barrera que pudiera alterar la comunión con Cristo y pudiera disolverla, más bien esta comunión es el vínculo que une a la iglesia y a todos sus miembros, vivos o muertos, santos o pecadores, juntos.
Esta conexión se expresa cuando la iglesia conmemora a los santos, que puede ser debido a que su vida sirve de modelo para otras personas. La veneración de los santos significa, sobre todo "dar gracias a Dios por su misión carismática, la imitación de su vida ejemplar y en la oración a Dios la conciencia de la corriente humana de la comunión personal con cada uno de los miembro de la comunidad santa."
Por lo tanto, la veneración de los santos, es decir, las personas cuyas vidas están en los ojos de Dios, a su vez, promueve la santificación de la gente de la iglesia en la tierra, como dice Can. 1186 del CIC: "Para fomentar la santificación del pueblo de Dios, la Iglesia recomienda la especial veneración y fidelidad de los creyentes a la Santísima Virgen María, madre de Cristo y de toda la humanidad, y promueve la admiración verdadera y genuina de otros santos, cuyo ejemplo sirve de apoyo a los fieles. "Por lo tanto, los fieles no se encomiendan a guías ciegos: " debe ser públicamente adorado sólo el siervo de Dios, a través de la autoridad de la Iglesia en la lista de los santos que se han registrado. "(CIC can. 1187). Sin embargo, la iniciativa de una beatificación o santificación procede de los fieles, después desde el centro de la iglesia, debe surgir el impulso de elevar a un hombre "a la gloria de los altares" - tal y como era la costumbre desde el principio (alrededor del año 6 d.C). Una comunidad religiosa o diócesis puede decidir en una primera etapa, si la Santa Sede tiene en cuenta el esfuerzo para hacer a una persona fallecida beata o santa. Si no hay objeciones, se introduce a nivel diocesano un proceso informativo, es decir, la vida y obra de la persona se pondrá a prueba por declaraciones escritas y orales que se obtienen de los coetáneos. El resultado del proceso informativo lo decide entonces la Santa Sede, se envía a la Congregación para las Causas de los Santos, donde habrá un nuevo examen. Pero para realizarse la santificación o beatificación, se requiere una oración o un milagro si la persona no murió como un mártir. Este milagro es revisado por expertos externos. Finalmente, una vez que se consideran los pros y los contras de una canonización, es comprobado si esta prueba se ha concluido con éxito, lo cual el Santo Padre con toda la información que se le transfiere, decide en última instancia. En una celebración litúrgica, el Papa declara a los santos y se produce la canonización.
Ahora los santos pueden ser venerados por el público. Una ayuda adicional son las marcas externas de los propios santos, las cosas que han dejado, reliquias; pero también esculturas e imágenes que muestran cómo fue su vida. Esto lo sostiene firmemente el Código Sacro: “La costumbre de colocar las imágenes en las iglesias para la veneración de los fieles, se debe mantener." (Can.1188a) verba docent exempla trahunt, las lecciones se enseñan mejor con ejemplos. Al parecer, es más fácil para nosotros los seres humanos, vivir en la senda de Dios cuando hemos visto que otros con una vida semejante han tenido éxito y han cumplido su voluntad. Imágenes del Señor, la Santísima Virgen y los Santos sirven de recordatorio y nos ayudan con un objetivo: el de no perder de vista a Dios.